Desde el año de 1988, allá de la 30 Semana Nacional de la Radio y la Televisión que organiza la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), he tenido la oportunidad de asistir año con año a esta reunión entre los empresarios de la radiodifusión nacional. La expectativa siempre es la misma: encontrarnos con los avances técnicos, programáticos y empresariales que circundan a la radio y a la televisión mexicanas, pero también devienen de estas reuniones, las polémicas políticas, las discrepancias entre concesionarios, e incluso, nacen de aquí, las expectativas que guiarán el comportamiento de la industria.
Quizá en la reunión que corrió entre el 17 y el 20 de octubre del 2011 había una tarea primigenia: conocer las proyecciones de los virtuales precandidatos a la presidencia de México para el periodo 2012-2018, y claro, las políticas propagandísticas de los periodos electorales venideros.
Es claro que las declaraciones de cada candidato fueron el centro de atención, pero detrás de todo este suceso, devino también un ambiente de expectativa e incertidumbre respecto a la mudanza de las emisoras de radio a la frecuencia modulada en haras de llegar en el 2016 a la digitalización de la radio mexicana.
El tema pudiera verse sólo como un asunto entre empresarios, pero la verdad sea dicha, se trata además, de una política de comportamiento para los radioescuchas que ya se preparan para aprender a recibir la radio de onda media sólo a través de la FM y los receptores HD Radio.
En lo que toca al ambiente entre empresarios hay muchas visiones vividas a lo largo de la 53 Semana de la Radio y la TV, la primera ha sido la felicidad de quienes celebran los primeros noventa años de historia de la radio mexicana y la llegada a aniversarios impactantes de los grandes grupos de radio, como son los ochenta años de Grupo Fórmula o los 65 años de historia de Grupo Radio Centro.
Otra ha sido la composición de los podres sociales de la radio y la televisión en el sentido de tener en sus manos la difusión de la violencia en México, o bien la apertura o cierre de los tiempos electorales que, por otro lado, parecieran ser el único motivo de trabajo de la CIRT.
Preocupante ha sido el percibir un desmembramiento de la unidad entre los concesionarios ante los intereses de algunos empresarios que parecen tener más movilidad política y comercial que otros.
Aquí he de decir que no es visible esta reconfiguración de acuerdo con el poderío económico de los distintos grupos empresariales, sino respecto a la capacidad de inversión, de poder lograr la atracción de clientes comerciales de las emisoras de radio y televisión; así como se reconfiguran los grupos de radio y televisión, en función de los avances tecnológicos que implican no sólo la operación de las frecuencias de onda media; además se están reconfigurando televisoras y radiodifusoras con base en su uso de las TIC’s y en el aprovechamiento de los receptores de la radio, la televisión y la novel herramienta llamada Internet.
No es de magnificar estas divisiones empresariales manifiestas en la 53 Semana d Radio y TV de la CIRT, sino de mantener las antenas prendidas ante la indefensión de muchas emisoras de radio y repetidoras de televisión que se han ido apocando dentro de las posibilidades de inversión comercial equilibrada para todos.
No es menor el percibir que los hijos y nietos de los fundadores de los emporios de la radiodifusión son ahora quienes toman ya las riendas de una radiodifusión que si bien ya no es la tradicional radio y televisión, sino que éstas se proyectan como empresas de medios alternativos, pero que los jóvenes concesionarios deben apuntalar sobre las bases de la experiencia y la historia que llevan consigo cada emisora y televisora mexicanas. Si es verdad, no debemos anquilosar a la radio en su nostálgico sentido del recuerdo, pero tampoco es correcto “olvidar o desechar” el origen de cada frecuencia que tiene su historia y por lo tanto, su trascendenecia para bien de quienes las escuchamos. Bueno eso, eso digo yo…