En esto del andar por la vida sucede que el día menos pensado te haces amigo de alguien que luego, resulta de harto conocido.
Ángel Dehesa era un joven creativo dedicado a la radio y la literatura cuando llegó a mi vida. Nombrado en el año 2002 gerente de la XEB, Dehesa tenía como antecedente laboral ser “hijo –el Canito, hijo mío- de Germán Dehesa”, pero más nada.
Muy pronto superó las expectativas que mal preenjuician que ser Hijo de… o pariente de… te abren las puertas persée. Ángel hubo de luchar a contra corriente una y mil veces para que no se le comparara, despreciara o peor: se esperara ser “igualito que Germán”.
El jueves 2 de septiembre yo había quedado de verme con Angelito, en harás de hacer lo que todo sano periodista puede hacer… ir detrás de una nueva chuleta informativa. Ángel no llegó. Germán Dehesa había muerto a las 18:45 horas.
La partida de una personalidad cultural como ha sido Germán Dehesa toca a tres fuentes noticiosas: la fuente de cultura (actores, dramaturgos, coleccionistas), la fuente de espectáculos (cantantes, teatreros, cirqueros y otras estrellas) y una más: la de la política (… qué coincidencia se repiten los actores).
En mi cabeza no pasaba precisamente quiénes estarían allí, sino las muchas, muchas noches, tardes y mañanas en que me tocó reírme con Angelito y mi comadre-hermana Laura Viadas por las multichambitas que debíamos obtener para seguir preciándonos de ser: “periodistas”.
¿Cuál debía ser el personaje que debía de asumir ahora? Iba de camino al velatorio de la calle Felix Cuevas y me preguntaba: ¿quiénes van a estar allí? Amigos de la familia, compañeros de batallas de Germán, “estrellitas protagónicas que lucirían abatidos y consternados”, y yo, ¿sería amiga de Ángel Dehesa, lectora de Germán Dehesa o simple metiche de la fuente obteniendo información de primera mano?
He de confesar que muy pronto se despejaron mis dudas: Llegaba yo acompañada por mi hermanita de Alma, Laura Viadas y a la distancia la voz rotunda de Ángel Dehesa llamó a Laura, a esta Laura que es y ha sido su ser de complicidad amorosa por tantos años… No vi llorar a Ángel Dehesa más que en el momento que vio a sus tías.
Senti a mi amigo clamar en la voz al llamado de Laura, creo que muchos, lo abrazaban y él de entre la gente llamó a Laura… Los seres que se hermanan, que se aman lo hacen por siempre y para siempre.
Si, las figuras comenzaron a circular y el que recibió el aplauso de sobre manera fue Felipe Calderón, quien de la mano de Margarita Zavala rendían sus condolencias a la familia.
Esa llegada del presidente de México estableció con más claridad qué iba y qué debía hacer en el velorio del padre de mi amigo: publirelacionista, guarura, y hasta vocera.
La guardia personal de Felipe Calderón dejó afuera al primogénito de Germán y el Canito entró a empujones de brazos de amigos como Fernando Paniagua, Sabo Romo, Laura y su servilleta Claudia.
Las salas de la funeraria que son recurrentemente usadas para despedir a los celebres mexicanos estaban retacadas: Nombres, todos, imágenes todas, secretarios de Estado, intelectuales, comunicadores, actores, los compañeros de Radio Red, los de Fórmula, los de MVS; los del Diario Reforma, los del comité de la UNAM y los Pumas… ¡Sus adorados Pumas!
Cámaras y micrófonos, periodistas jóvenes y de mediana edad que preguntaban ansiosos: ¿Quiénes son los hijos de Germán? ¿Quién es este que entró? Y una sala de prensa involuntaria hecha al extremo derecho y al fondo que muy pronto fuimos administrando los amigos de Ángel…
Ángel era “el entrevistado de la noche”, quizá porque el parecido con Germán hacía imposible confundir que aquel era su vástago… De las viudas… bueno, diríamos que mejor no tocar el tema… El propio charro enamorado –Germán- diría… “ahí si, mejor no nos peleamos”.
El Bucles Andrés, danzaba seguido de sus amiguitos de la escuela y se preguntaba a cada paso: ¿ese quién es? ¡quién sabe tú salúdalo!
Juana Inés y Mariana estaban viviendo lo que era de esperarse: la partida de su padre, y el anonimato generó incluso, que los ignotos camarógrafos se las llevaran de bruces en innumerables ocasiones.
El viernes Paniagua, Claudia –su servilleta-, Ulises Tapia y Sabo mismo, hicimos una valla que fungió en diferentes momentos como reten militar, otras de escolta familiar y en el más común de los casos: de mesa de información para curiosos, famosos y otros despistados más, que pasaban por la escalerilla de entrada a la funeraria, mientras eran cazados por camarógrafos, reporteros, caza autógrafos y por una jovial mesera que ofrecía café a los dolientes.
Nunca probé café con piquete… imaginaba a don Germán mirando aquello y riendo del brazo de Caito… Ahora si manito está va cantada.
Si comienzo a nombrar a los asistentes, lo sé, dejaré afuera a muchos, sobre todo, a quienes llegaron para despedir no a un compañero de escenario, de palestra política o de mesa de redacción, dejaré fuera a las señoras, a los señores a los lectores, al público en general que encontró como yo, en Germán Dehesa a ese desenfadado “escritor de pacotilla” que tenía la mala costumbre de hacernos reír, de rescatar áreas históricas para el pueblo, universidades nacionales para la comunidad puma, y hasta Chapultepec para las “muchachas” que domingo a domingo se daban la “vuelta con su primo”.
El viernes al salir de esta vivencia Ángel me obsequió con un abrazo tan fraterno que sentí lo que es cierto: los amigos son hermanos, son seres de aprendizaje mutuo, de amor eterno. Laura Viadas mi hermanita del alma, no estaba físicamente allí, pero estuvo, está y estará a través de mi persona.
Gracias Ángel, gracias Laurita, gracias Paniagua, gracias Sabo, a Uli, a Octavio, a Barrera, César... y a Germán que nos reunió, por la grandeza de su amistad.
Un abrazo fraterno para ti amigo mio Ángel Dehesa de todo corazón. Bueno eso, eso digo yo…
Claudita, muy conmovedora, te agradezco que me consideres y te aseguro que vamos otra vez pa bien aparte de juntarnos, hacer lo que hacemos juntos es demasiado mejor.
ResponderEliminaratte
Cesar Carrera
Servidor y amigo.....